luns, maio 29, 2006

El Rucho en Le Rosaire.

HUMOROTECA DE L´AURORE

Me llega el último número de Le Rosaire en el que aparece la siguiente viñeta:






¿Quién será El Rucho?

domingo, maio 28, 2006

De Lear a Fuertes. Un reencuentro feliz.

Cuando escribí sobre el nonsense conocí, gracias a la fiesta de Luis Miguel González, a un coetáneo de Carroll, Edward Lear que también se dedicó al sinsentido. Afortunadamente la Biblioteca Pública satisfizo mi interés con un tomo recopilatorio Fabuleario (Tus libros, Anaya, 1993. Traducción y selección de Santiago R. Santerbás) y una selección de limericks* compilados y traducidos por Luis Maria Panero (Omnibus sin sentido, Visor. 1972)

There was a Young Lady of Portugal,
Whose ideas were excessively nautical:
She climbed up a tree,
To examine the sea,
But declared she would never leave Portugal.

(Ilustración y texto de E. Lear. A book of nonsense 1846)

El absurdo –la lógica llevada hasta sus últimas consecuencias-, los juegos de palabras y el ritmo de los poemas (aunque realmente el ritmo que se me contagió fue el de las traducciones) se me pegaron y en aquellos días, mientras volvía a casa del trabajo se me ocurrieron tres o cuatro sobre mis más próximos amigos:

Había un hombrecillo en Ponferrada
que un pasquín mensual solo editaba
un día se ofuscó
nada se le ocurrió
y limericks a sus lectores dedicaba.

***

Una joven mujer compostelana
no soportaba el DONG de la campana
a la torre subió
el badajo amordazó
aquella transgresora… ¡era Ana!

***
Un médico vigués hipocondríaco
creyó padecer paro cardíaco
y tras una semana
postrado en una cama
de infartado pasó a ser celiaco.

***

Otro médico, éste madrileño,
vivía con su mujer en un barreño
“Engaña desde fuera,
¡tiene hasta leonera!”
-decía a las visitas muy risueño.

***

Hay en Ourense un matématico
oblongo, abnegado y muy simpático
que tiene una academia
a la que, cuan epidemia,
acuden estudiantes “poco enfáticos”.


***

Pensé, ¿quién en nuestra literatura? Y, de repente, recordé a la que fue durante largo periodo de mi vida mi escritora favorita. Hice una incursión al trastero y salí con unos cuantos tomos bajo el brazo: El hada acaramelada, Tú contento yo contenta qué bien nos sale la cuenta, La momia tiene catarro, El libro loco. De todo un poco, El dragon tragón, Las tres reinas magas,… Los releí con verdadero gusto por encontrar el absurdo, el gusto por la belleza y las ganas de juego que tanto me gustan en la literatura.
Volví a la Biblioteca para ver si tenían alguno de los libros de versos que había escrito para mayores. Tras una ojeada saqué Cómo atar los bigotes del tigre (Torremozas, 2002 -1ª edición en 1969-) donde curiosamente me reencontré con uno de los poemas de uno de los libros infantiles, EL CIEMPIÉS YE-YE, que acababa de leer en Plumilindo (El cisne que quería ser pato).

El libro me parece magnífico por contagiar alegría no desde la ñoñería sino desde el más absoluto realismo. No se oculta en lo falso para convencernos de ser felices sino que nos invita a ser conscientes del dolor y del sufrimiento como base de la alegría. Algunos versos son de los que conviene recordar todos los días antes de levantarse:

Se puede uno morir, por eso digo
que cambiemos el disco y que pongamos
ese alegre, que está con tanto polvo
y que siempre aparece arrinconado.

(De NO VOLVER A LAS ANDADAS)

La base de esa alegría es ver la vida, toda la vida, como un juego como lo demuestra claramente en poemas como MIRAD QUE FEOS, EL ORNITORRINCO o SELVA, dice este último:

…Y dijo el payaso
¿será ese el dinamismo que antecede a la muerte?
Y dijo la lechuza: ¡miau!
Alguién gritó y otro dijo:
¡Dios no es sordo!
… …
¡Por favor!
¡Bajen el volumen de su preceptor!
Una mirla expiaba alrededor
y el tigre de bengala se encendió
la tigrata era ingrata y volcó
con la cola una cesta de estrellas…
Me dio miedo y me fui.


*Limericks: Aunque se desconoce el origen exacto del limerick, suele admitirse que provienen de una canción de los soldados irlandeses del siglo XVIII que comenzaba con el verso: “Will you come up to Limerick?” A esta frase inicial se le añadían versos improvisados, generalmente absurdos o satíricos y, a veces, picantes. (Santiago R, Sartebrás en el prólogo a Fabuleario)


Más:

Edward Lear: Nonsenselit.org: The Edward Lear home page (En inglés, of course)

Gloria Fuertes: Fundación G. F.
Cervantes Virtual: Biblioteca G. F.

sábado, maio 27, 2006

Marisa Teleno.

Cualquier parecido con la realidad es una denuncia pública.



Marisa apenas ha dormido. Inquieta se ha levantado de la cama tres veces con la esperanza de que todo fuera un sueño. Pero no lo era. Allí sobre la alfombra de su salón siguen estando las cajas.

Dos días antes había descolgado el auricular de su teléfono rezando para que fuera su nieto. “Diga”; “¡Hola, muy buenos días! ¿Es usted doña Marisa Teleno?”; “Sí”; “Le llamo de Ediciones R. que ha iniciado una campaña para presentar sus productos en la comarca. Hemos seleccionado, al azar, a doscientas familias para regalarles un lote de libros… ¿Usted lee?”; “Me gusta mucho leer, señorita”; “Mañana mismo pasamos por su casa para entregarle el regalo ¡Hasta mañana!”; “Pero…” Marisa se quedó con la palabra en la boca pues la amable señorita colgó el teléfono para continuar con su infernal jornada de trabajo. Con un simple clic en la pantalla de su computadora incluyó a Marisa Teleno (Calle Francisco Sánchez, 16 1º derecha) en la lista de visitas que los comerciales tendrían que hacer al día siguiente. Continuó llamando –toda la mañana y toda la tarde- a los trescientos teléfonos que figuraban en su directorio.

Marisa con el auricular aún en la mano se preguntó: “¿Qué me ha dicho? ¿Le he dado mis datos?...” Tuvo miedo pues hacía apenas dos meses que, también por teléfono, habían timado a una vecina dándole de alta en un servicio de internet y eso que ni siquiera tenía ordenador. “Seguro que sólo quieren venderme algo, espero no estar en casa cuando venga el viajante, pero si estoy no abriré la puerta y listo…” Colgó el teléfono y se fue de compras.

A la mañana siguiente llamaron a la puerta. “El cartero” –pensó ilusionada. Pero era un chico alto, elegante y muy bien parecido. “¡Buenos días, señora Teleno! Soy comercial de Ediciones R. Una compañera le llamó ayer para…”; “No me interesa, gracias. Además estoy bastante ocupada.” La sonrisa del comercial se agrandó aún más cuando paró la puerta con la punta de su brillante zapato: “Simplemente era para hacerle una pequeña encuesta y, a cambio de su colaboración, Ediciones R. le regala los libros prometidos –con un rápido gesto sacó de su maletín tres volúmenes. “¿Es muy larga esa encuesta?”; “Cortita, cuestión de un minuto”; “Bueno pues pregunte, joven”; “¿No me invita a sentarme? Llevo desde las siete de pie y las piernas… ”; “Le entiendo perfectamente. Pase, ¿quiere un vaso de agua?”; “Sí, por favor”

Marisa condujo al joven a la cocina, sacó un banquillo de debajo de la mesa y se lo ofreció. “Comience a preguntar mientras le sirvo el agua” Mientras ella le da la espalda, el viajante saca de su maletín catálogos, un par de libros y bastantes folios y los extiende sobre la mesa. Cuando Marisa, ya con el vaso de agua, se da la vuelta y ve el panorama se da cuenta de lo que le va a costar deshacerse del vendedor.

Son sólo cuatro preguntas: “Usted se llama Marisa Teleno”; “Efectivamente”; “¿Su edad?”; “Setenta y cinco”; “Pues no los aparenta”; “La procesión va por dentro, ya sabe”; “De entre las siguientes enciclopedias ¿cuál le despierta mayor interés?” El vendedor leyó una larga lista de colecciones sobre las diferentes ramas del saber humano: Enciclopedia R. del Mundo Animal; de las grandes civilizaciones, del fútbol y así hasta diez de las que fue desmenuzando todas las características. “Pues no te sé decir, la verdad. Esa histórica de Egipto, por ejemplo”; “Y la última pregunta: ¿Qué regalo debería llevar la enciclopedia para que usted se decidiese a comprarla?” El joven enumeró lo que a Marisa le parecieron cientos de productos mientras le mostraba fotos. Cuando acabó la lista Marisa señaló los dos últimos, un juego de desayuno y una asadora eléctrica que había visto en un programa de la tele y le parecía útil.

“Pues ya casi hemos terminado pero antes le tengo que dar una sorpresa –prosiguió el joven- nuestra empresa está presentando sus productos en esa provincia y como creemos que la mejor promoción es el boca a boca hemos seleccionado doscientos hogares para hacer esta encuesta y regalarles los productos de nuestro catálogo que elijan con la única intención de que hablen bien de nosotros a sus conocidos. A Marisa se le iluminaron los ojos, a Luis, su nieto, le encantaba la historia y por eso había optado ella por señalar la “Enciclopedia R. de las grandes civilizaciones”; “Nada más que el viajante se vaya –pensó- llamo a Luis para que venga por los libros”. Mientras estaba pensando el comercial no había parado de hablar, ¿qué habría dicho? “Perdona, ¿qué has dicho?”; “Simplemente que el regalo no incluye, como usted puede comprender, los gastos de envío que suman 27 € que, a la postre, es un precio ridículo por la lujosa edición del Quijote, el “set” de desayuno, la asadora eléctrica y la enciclopedia”. “Sí, realmente ridículo”; “Pues si está de acuerdo conmigo puede firmar aquí y mañana mismo mis compañeros de reparto le traerán los regalos” Marisa firmó con su titubeante letra que aún se resentía de todas los días que no pudo ir a la escuela y acabó lavando en el río.

Al mediodía siguiente llamaron a la puerta “¿Sí?”; “Somos los repartidores de Ediciones R., le traemos los regalos” Dos hombres esperaban en el descansillo con varias cajas apiladas a su lado. “Doña Marisa Teleno, ¿verdad? Ayer vino a visitarla uno de nuestros comerciales…”; “Sí, un chico muy simpático”; “Sí que lo es –replicó el repartidor que ni lo conocía- le tengo que dar una buena noticia. La encuesta que usted respondió ha salido agraciada en un sorteo por lo que ha ganado una completa vajilla que también le traemos aquí”, dijo señalando las cajas. Mientras el primer repartidor hablaba, el segundo cargaba las cajas y las iba depositando sobre la alfombra del comedor Por sólo cuarenta euros más, ya sabe los gastos de envío, puede quedarse si quiere con ella. Consta e seis servicios completos: plato sopero, llano y de postre; dos bandejas para los entremeses; una ensaladera, una sopera;… En fin seguro que usted sabe más que yo de esto. Pero vamos, en todo caso es un chollo” De nuevo Marisa supo que era una oportunidad única. Aquella vajilla sería un buen regalo para su hija y por sólo cuarenta euros. “Si la quiere tiene que firmar aquí” El repartidor mostró otro contrato en el que Marisa, mientras con un ojo vigilaba los movimientos del hombre que descargaba las cajas, garrapateó su firma.

“¡Muchas gracias, señora! ¡No se arrepentirá!”; “¡Hasta luego!” Aún con el recibo en la mano se sentó en el sofá a disfrutar de su suerte. “Por sólo 77 € me han regalado…” de repente cayó en la cuenta. “¿Qué regalo ni que niño muerto?” Buscó las gafas de cerca y leyó el recibo: «contrato de compraventa a plazos», se leía arriba. Instintivamente sus ojos se fueron al final del folio «TOTAL 2160 € pagaderos en 14 cómodas mensualidades -la palabra “cómodas” le dolió en los ojos- de 148,50 €» “¿Cuánto son 148 €?” Buscó la calculadora, se sintió tonta y lloró. Acarreó las cajas, lentamente, hasta el fondo de la sala para quitarlas de su vista. Continuó llorando. Decidió no decírselo a nadie, sabía que sus hijos le llamarían tonta por haberse dejado engañar. Quizá decidieran llevarla a un asilo.

No pudo dormir, como ya dije, en toda la noche. Cuando, quince días después, decidió contarlo todo ya era demasiado tarde para reclamar. Los timadores habían ganado, una vez más, la partida.


Más en:

eBierzo.com: «Las estafas del nuevo siglo, abusando de nuestros mayores»

Ser consumidor (Cadena SER) del día 20 de mayo de 2005. Pueden escucharlo en el archivo sonoro de C-18.

No al cierre de RNE (también) en Ponferrada.

El plan de saneamiento económico de la radio y la televisión públicas españolas va a acabar con las emisoras locales. Sólo en las capitales de provincia quedarán delegaciones y muy disminuidas en cuanto a personal. ¿El fin de una información algo (muy poco, todo sea dicho de paso) descentralizada? La radio es más que un medio de comunicación. A la radio se le quiere, lo que no pasa con los periódicos ni la tele, menos aún con internet. El cierre de las emisoras locales supone el cierre de parte de nuestra vida.




Pero los trabajadores de RNE en Ponferrada, como sus compañeros en otras ciudades, lo cuentan mejor que yo aquí.


¡No al cierre de RNE!

xoves, maio 25, 2006

AGRADECIMIENTO, por Rodrigo Osorio.

Publicado en el número 1125 del semanario Bierzo 7 (18 de mayo de 2005)

Como mandatario de doña Alice Liddell en el antiguo Reino de León les hago llegar esta nota en la que mi representada les agradece la difusión del relato Una espía en el dormitorio del comandante Castro (Bierzo 7. Número 1112. 16 de febrero de 2006.) para que, si les parece adecuado, la publiquen. Atentamente:

Rodrigo Osorio Guerrero.

En las páginas culturales de su número de dieciséis de febrero difundieron la noticia de mi fallecimiento por decapitación (parece que desde mi nacimiento ese fue mi sino) a manos del régimen castrista tras ser descubierta en las dependencias personales del dictador caribeño. Es una de las narraciones relacionadas con mi vida que más me ha gustado leer. Estando muerta creo que nadie osará perturbar mi merecido descanso en el infierno con el fin de hacerme, una vez más, protagonista de una ficción (sea relato, novela, obra de teatro o película) rebosante de erudición y presuntamente llena de ingenio que quiera desperezar a sus destinatarios (lectores o espectadores) de toda rutina para hacer florecer la Verdad. Esos eruditos (me niego a alimentar su ego nominándolos) que durante siglos han parcheado su falta de imaginación hurtándome la adolescencia, la juventud, la madurez y, al fin, la vejez tendrán que buscarse otra víctima. He muerto en La Habana, “sin duda, la ciudad más bella del mundo en los años treinta”, en un combate en el que pocos me creían implicada: la lucha por el libre mercado. Quizá, tras leer el relato del señor Osorio, a alguno le pique la curiosidad y comience a investigar lo que pasó por mi magín para que una soñadora como yo acabase ingresando en las filas del MI6. Hagan lo que les venga en gana. Mi “linda cabecita” está separada de mi “frágil cuerpo” para siempre y poco me pueden molestar sus pesquisas. Aun así les recomiendo que se ocupen de los vivos. Yo ya soy historia y de mi paso por la tierra sólo quedan las malditas novelas con las que comenzó mi pesadilla, algunas fotografías y esa avalancha de interpretaciones, continuaciones, homenajes y plagios, más o menos evidentes, que me llevaron a la desesperación. Se me ha usado para explicar desde matemáticas a semiología pero nunca fui más que una niña y, si me permite la expresión, estaba hasta el gorro. La difusión de mi ajusticiamiento a través de su semanario, especialmente apreciado y creído por los seguidores de la metaficción, espero que me reporte la tan ansiada baja como punta de lanza de la batalla contra la realidad. Quizá ustedes añoran ver el mundo con ojos de niño: ¡quédense si quieren con los míos mi cadáver no los va a necesitar!
Despierten, señores literatos, el mundo es como es, la mentira reina pero no gobierna y es el dinero (no el lenguaje ni la filosofía) lo que hace nacer en el pecho de los hombres la ilusión por empezar un nuevo día. Mañana a pesar de sus teorías el sol nos seguirá esclavizando y nuestras pasiones nada elevadas e iguales a las de nuestros hermanos los animales son las que nos hacen robar, matar, mentir, amar y llorar. Esto último casi siempre con lágrimas de Jabberwocky.

Alice Liddell (Oxford. United Kingdom)




(Este relato ya fue publicado en su momento por el ínclito pasquín Le Rosaire de l´Aurore. Si quiere leer su versión original pulse aquí.)

mércores, maio 24, 2006

UNA HISTORIA REAL, por Jorge Castelló.

EL HUEVO Y EL FUERO.


Artículo 31 del Código Civil español. La prioridad del nacimiento, en el caso de partos dobles, da al primer nacido los derechos que la ley reconozca al primogénito.


Letizia trajo a este valle de lágrimas a un par de gemelos, perdónenme la redundancia, un niño y una niña preciosos y sanos. Por aquél entonces la Constitución ya había sido reformada introduciendo la plena igualdad de sexos en la línea sucesoria. Evidentemente los periodistas preguntaron a don Felipe cuál de los dos Infantes había nacido primero; “Pelayo - contestó él – un minuto después Isabel ya descansaba también en mi regazo”. La polémica estaba preparada por los que viven de ella desde el anuncio del embarazo, siete meses antes, pero el desencadenante fueron las declaraciones de una de las enfermeras que asistió a la Princesa publicadas en la edición digital de un periódico prestigioso. El titular era escueto: “Nació primero Isabel”. La versión impresa del diario guardaba silencio pero la noticia fue propagándose lentamente por la red virtual. Paralelamente brotaban comentarios de “montaje” y “falsedad” e, incluso, se llegó a negar que aquella mujer fuese enfermera. En el extranjero la noticia iba ocupando cada día mayor espacio en los informativos primero fueron los rumores y las dudas, a las que siguió un tajante comunicado de la Casa Real acompañado de un certificado médico que afirmaba la primogenitura de Pelayo. En la prensa española no se comentaba el tema. Una mañana El Mundo a toda plana publicó las fotos del Rey “saludando” con el dedo corazón erguido a unos manifestantes, bajo ellas se podía leer: “Estas fotos que los expertos consideraron falsas en junio de 2004 se confirman hoy como auténticas lo que supone una mancha incomprensible en el intachable reinado de Juan Carlos I...” Era sospechoso que los expertos hubieran tardado año y medio en comprobar la autenticidad de unas fotografías pero la publicación tuvo su efecto, los incipientes bandos a favor y en contra de la primogenitura de Isabel se reagruparon bajo nuevos estandartes que reclamaban la abdicación del monarca o mostraban su apoyo incondicional al Rey de todos.
Un jueves se anunció que el Rey hablaría a las diez de la noche para España, los ciudadanos contuvimos la respiración durante todo el día y escuchamos todo tipo de predicciones. En las tertulias se mezclaban analistas políticos y de la crónica social a partes iguales. Todos decían tener un chivatazo, todos los chivatazos eran diferentes. A las diez de la noche, tal y como la mitad de los periodistas habían predicho, Juan Carlos abdicó, tras reconocer su error y pedir perdón a los manifestantes, solicitó al pueblo fidelidad al nuevo Monarca con un: “¡Viva Felipe VI!” que algunos coreamos desde casa. No dijo nada de los gemelos. Después habló don Felipe que reprochó el gesto de su padre pero de los gemelos... ni papa. La sucesión ocupó a los medios un par de meses, casi no se habló de los Infantes más que el día del bautizo en el que fueron padrinos los padres de la ya Reina Consorte Letizia. Don Juan Carlos ni siquiera fue invitado. Apareció un libro sobre el veintitrés efe, otro sobre Prado y Colón de Carbajal “Una falsa caza de brujas. –editorializó USA Today – Para ocultar un gran problema Juan Carlos ha puesto a disposición de la monarquía española su cabeza...” Juan Carlos y Sofía se divorciaron, él acudió a Salsa Rosa, ella replicó desde las páginas de Hola, el Rey no quiso hacer declaraciones, doña Letizia tampoco. Ambos se iban afianzando como jefes de Estado y ganando respetabilidad tan rápido como la perdía Juan Carlos al pasar las páginas de Sofia de Grecia: mi vida todo un “bestseller”.
Isabel y Pelayo fueron creciendo y un mal día esquiando en Baqueira la niña escapó del control de sus padres y de los guardaespaldas, se internó en una zona peligrosa y cayó por un precipicio. Los funerales, todo hay que decirlo, fueron preciosos y España lloró unida la muerte de la dulce Infanta. Sofía y Juan Carlos asistieron a la solemne colocación del cuerpo de Isabel en el Pudridero y lloraron pensando en las ironías de la vida y en lo costoso que es mantener una monarquía sobre la piel de toro.



Este relato fue escrito, como puede deducirse de su contenido, antes del nacimiento de doña Leonor de Borbón Ortiz. Concretamente en septiembre de 2004.

El huevo y el fuero, por Jorge Castelló.

El creciente protagonismo que va cobrando R.O.G. en estas notas ocasiona no pocos problemas entre mis yos. Ya saben lo vanidosos que son los escritores y ni se imaginan lo difícil que es compartir con varios un solo cuerpo. Para satisfacer la necesidad de protagonismo de otro de mis apócrifos cedo a sus presiones y nace hoy la sección El huevo y el fuero donde el jurista J.C.N. escribirá fundamentalmente sobre derecho desde su siempre peculiar punto de vista. Espero qu eles guste.

sábado, maio 20, 2006

Un relato de R.O.G en Bierzo 7.

El semanario comarcal independiente Bierzo 7 publica en su edición de esta semana (número 1125) un relato de mi heterónimo Rodrigo Osorio. Es una versión algo ampliada de Agradecimiento que ya publicara en su momento Le Rosaire de l´Aurore y supone una inquietante continuación al cuento titulado Una espía en el dormitorio del comandante Castro.

venres, maio 19, 2006

Palabras fallidas ( y V )

CUENTOS.

No pudo imaginar cómo pero acertaron a poner en funcionamiento la nave y se marcharon. Todos perdieron con el trueque. «Habrán sobrevivido poco tiempo al ambiente oxigenado de la cabina ─pensaba horas después el astronauta─ En la estación se sorprenderán al descubrir tres cadáveres donde sólo esperan encontrar uno.» En el carro llegó a la montaña que aquella criatura había señalado en su mapa, a sus pies se extendía un valle fértil atravesado por un río blanco en el que pescaban seres idénticos a los que había conocido. El animal volvió a su cuadra llevando en el carro el cadáver del astronauta que pasó a formar parte de la leyenda, tanto en la tierra como en el planeta en el que fue enterrado

xoves, maio 18, 2006

Palabras fallidas ( IV )

CUENTOS.

Entonces comprendió que la comunicación iba a ser imposible. Se sentó en el suelo y con una piedra intentó representar, no se le daba bien el dibujo, el carro y el módulo. Señalando alternativamente ambos dibujos pretendía hacerles entender que aquel artefacto que tanto llamaba su atención era un carro para viaja por el firmamento. Dibujo también el Sol y las estrellas. El ser que primero había dejado las armas, que parecía ejercer cierta autoridad sobre los otros dos, deslizó de nuevo los dedos sobre su rostro y se agachó al lado de astronauta. Dibujó cinco líneas verticales paralelas y una espiral semejante a la que el hombre había dibujado para representar el sol. Se sintió incapaz de descifrar el jeroglífico. « ¿Cinco soles?», aventuró y para comprobar si se refería al número les señaló a ellos y trazó en el suelo tres rayas. El jefe las borró con la palma de la mano; estaba intentando decirle otra cosa. El astronauta sacó de la caja plateada el dibujo del sistema solar. Buscó en el firmamento y señaló un punto de luz a la vez que, sobre el mapa, indicaba la esfera azul que representaba la tierra. No parecía que aquel humanoide entendiese lo que quería decir pero, inesperadamente, sacó de interior de su zamarra una especie de pergamino en el que con el dedo pulgar de su mano izquierda indicó un triángulo mientras que con el de la derecha apuntaba a una montaña que se alzaba en el horizonte, justo por el lugar por el que habían aparecido el carro. La comunicación empezaba a fluir pero la precariedad de los medios no les permitía mucho más y apenas le quedaba un día antes de iniciar el regreso. Entregó al jefe el mensaje de paz escrito en doscientas lenguas. El ser lo miró detenidamente del derecho y del revés y luego lo dejó en el suelo. Señaló a la nave y al carro alternativamente repitiendo los gestos que antes había visto hacer al astronauta. Éste, creyendo que los aborígenes habían comprendido, se acarició la escafandra de arriba abajo con los dedos índice y corazón. Los otros dos, que hasta el momento habían permanecido observando en silencio a su cabecilla y al extraño, salieron corriendo y se subieron al módulo, su jefe los siguió. Se movían más deprisa de lo que uno podía imaginarse al ver sus endebles extremidades y cuando el humano quiso alcanzarlos la escotilla ya estaba cerrada.

mércores, maio 17, 2006

Palabras fallidas ( III )


CUENTOS.

Echó de menos la soledad que le había ahogado hasta ese momento. Estaba muy nervioso y sudaba a mares, el estabilizador de temperatura de su traje gastaba demasiada energía por lo que intentó tranquilizarse. Era tímido y le costaba relacionarse con los demás. « ¿Por qué me habrá tocado a mí?» Sintió la necesidad de rezar quizá en el momento en que menos sentido tenía una oración, aun así, recitando una vieja plegaria que le había enseñado su abuela, pidió fuerza para afrontar aquella prueba. Cuando el carro estaba a una distancia que consideró suficiente para que los seres le pudiesen ver, dejó sus “armas” (una llave de ajustes y la antena de repuesto) en el suelo y las alejó con su pie derecho. Pensaba que era la mejor forma de demostrar a los visitantes sus intenciones pacíficas. Uno de los hombres del carro pareció entender el gesto y tras mirar a sus compañeros sacó la espada de su funda y junto a la lanza la arrojó a la parte de atrás del carro. Los otros dos le imitaron. Parecía que todo salía bien. El carro se detuvo. Las tres criaturas, apoyándose en largos bastones, se bajaron y le miraron asombrados, tanto como él a ellos. Pronunciaron unas palabras, aquellos sonidos sin duda lo eran. El astronauta encendió el altavoz externo de su escafandra y dijo: « ¡Hola, muy buenos días!», con la mejor de sus sonrisas. Los hombres fijaron su atención en la nave y comenzaron a acercarse a ella. « ¡Alto!» -dijo interponiendo la palma de su mano en el trayecto de los aborígenes. «Es mi carro» -terminó señalando al de los tres seres. Ellos extendieron los dedos índice y corazón de sus manos derechas y los deslizaron desde su frentes a sus barbillas.

martes, maio 16, 2006

Palabras fallidas ( II )

CUENTOS

Subió a la cabina y se sentó a esperar. Puso en funcionamiento tres de los robots de reconocimiento y exploración, llevaba casi seis horas de retraso por lo que tendría que suspender los experimentos XII-A, XII y XIV. Toda eventualidad estaba programada. Comió algo y decidió descansar pues cuando recuperase el contacto le esperaba un duro trabajo. Ninguna llamada de la estación le despertó.
Cuando, veinte horas después de su llegada, salió de nuevo a la superficie para recoger muestras del terreno los vio por primera vez. Una nube de polvo en el horizonte le anunciaba que algo se le estaba acercando. Ajustó el teleobjetivo de sus gafas y vio claramente a tres personas, no demasiado diferentes a seres humanos, subidos a un rudimentario carro tirado por un animal semejante a un caballo. En más o menos media hora llegarían al módulo. Subió corriendo a la cabina e intentó, de nuevo sin éxito, comunicarse con la base. El carácter histórico de su viaje se había multiplicado, iba a ser el primer humano que contactase con vida extraterrestre inteligente. No recordaba bien cuáles eran los pasos que marcaba el protocolo, era tan improbable que hubiera civilizaciones alienígenas que sólo había recibido un curso de seis horas al principio de su carrera como astronauta, de eso hacía ya demasiado tiempo. Recordaba, sí, la caja plateada con los mensajes de buena voluntad de los gobiernos de la tierra que todos los vehículos espaciales llevaban. Una resolución de las Naciones Unidas lo impuso hacía diez años y su cumplimiento levantó cierta polvareda en las agencias espaciales que se vieron obligadas a alterar los diseños de los medios de transporte para hacer sitio a la dichosa cajita con el consiguiente incremento de gastos. Desde la cabina vio que aquellos seres se vestían con pieles curtidas y portaban lanzas y espadas de algún metal. Iban armados. Necesitaba algo que pudiese ser utilizado para mantenerlos alejados del módulo porque cualquier desperfecto en el mismo supondría morir en aquel planeta. Seleccionó entre las herramientas y los recambios los más contundentes y siguió observando cómo se acercaban. Pese al peligro decidió salir a su encuentro y recibirles lejos de la nave. Dejó todo preparado para iniciar el regreso en caso de emergencia.

luns, maio 15, 2006

Palabras fallidas ( I )

Una hora después de posarse en aquella llanura el módulo se estabilizó sobre la superficie rocosa y perdió todo el contacto con la estación espacial. Tras varios intentos infructuosos de comunicarse con sus compañeros de la base decidió salir a comprobar los desperfectos que el aterrizaje había ocasionado en la antena. Puso el pie izquierdo en la superficie y lamentó no tener que decir la frase que el gobierno le había encomendado, probablemente cuando se restableciesen las telecomunicaciones le harían recitarla para la retransmisión de televisión. Era la primera persona que pisaba aquel planeta, nunca nadie había estado tan lejos de su casa. Un escalofrío recorrió su cuerpo y supo que lo volvería a sentir cuando repitiera el descenso ante las cámaras.
Revisó el equipo de telecomunicaciones: la antena, la emisora principal, la de emergencia y las baterías. Nada parecía estar dañado. Lo desmontó y revisó, pieza por pieza. «El problema debe de estar en la base. ¿Cuánto tardarán en arreglarlo?» Estaba solo, tampoco nunca nadie había estado tan solo. No podía hacer nada más que esperar a que sus compañeros a millones de kilómetros solucionaran el problema, «si no lo consiguen en dos días he de iniciar las maniobras de regreso». Tres días allí le parecían toda la eternidad aunque era consciente de que, en cuestión de minutos, oiría voces amigas a través de los auriculares. «Seguro que no es más que un pequeño fallo, alguna tontería» ─se intentaba convencer. Un pequeño fallo que le estaba sumiendo en la desesperación. La aridez del planeta se trasladaba a su alma.

sábado, maio 06, 2006

Sicofante foráneo.

HUMOROTECA DE L´AURORE.

SICOFANTE FORÁNEO.



A Enric Marco Batlle, Ex-presidente de Amical Mathausen.


Terenci Villtermoig continúa la lucha por la presidencia de la Real Academia Catalana de la Lengua Catalana (RACLC).

REDACCIÓN. Durante la lectura semanal de los acuerdos adoptados por el Consejo Ejecutivo de la RACLC un periodista intentó llamar la atención del presidente de la institución, don Magunci Estevill, con un “Señor Pérez” al que, sorprendentemente y quizá en un acto reflejo, el señor Estevill contestó: “¿Sí?” lo que, para la oposición, supone el punto final de la gran farsa protagonizada por Juan Ramón Pérez un vecino del pueblecito de San Matías Casquero (Valladolid) que le ha llevado a presidir la “Molt Honorable Institució.”

El lingüista Terenci Villtermoig, eterno rival de Estevill tanto en prosa como en verso, (recuerde el lector los encarnizados debates que ambos maestros mantuvieron sobre la supervivencia del dativo absoluto en el catalán del siglo XIX) fue el que puso al osado periodista sobre la pista, y perdón por el verso interno, de la presunta farsa: «El Magunci no tiene ni puñetera idea de catalá», parece ser que le dijo mientras le mostraba “las pruebas irrefutables”. Así que, siempre según los críticos, las irónicas respuestas de Estevill, que le han dado fama ibérica no son más que consecuencia de su precario conocimiento de la lengua de Raimon Llul. Descubierto, don Magunci corrió a refugiarse en la Biblioteca Josep Pla donde los periodistas bajo la amenaza coactiva del «SILENCIO, POR FAVOR» no osaron preguntarle nada. A las 10 PM., hora de clausura de la sala de lectura, un reportero logró interceptar al presidente de la RACLC y le preguntó: “¿Qué tienen que decir a las acusaciones de Villtermoig? ¿Es usted un farsante?”. Don Magunci desautorizó a su némesis haciendo uso de su proverbial sarcasmo al contestar: «Baixant de la font del cat una noia, una noia, baixant de la font del cat, una noia i un soldat… »

Publicado en número nueve de Le Rosaire de l´Aurore, mayo de 2005.